El segundo largometraje del director polaco Damian Kocur cuenta la historia de una familia ucraniana que pasa el último día de sus vacaciones en Tenerife, España. Aún no saben que al día siguiente sus vidas cambiarán por completo. Al llegar al aeropuerto, su vuelo es cancelado: Rusia ha invadido Ucrania. Atrapados en la isla, de la noche a la mañana los turistas se convierten en refugiados.
"¿Por qué hay nieve si es un volcán?" pregunta inocentemente el niño a su familia, mientras pasea por el Teide. Pero esa pregunta es una de las tantas que se ha vuelto mucho más difícil de responder para su padre Roman y su madrastra Nastya, ya que las vacaciones de la familia ucraniana en las Islas Canarias se convierten en un viaje permanente en medio de la invasión rusa de su país de origen. Decirle a su hijo de seis años que lo que les cae encima es ceniza quemada, y no nieve, sería romper una ilusión a la que preferirían que se aferrara, una de las muchas en el drama ingeniosamente concebido de Damian Kocur.
Las tensiones entre los hijos y los padres se hacen evidentes. También surgirá algún que otro incidente con turistas rusos alojados en el mismo hotel. La hija mayor comienza una amistad con un inmigrante africano que ha llegado en patera a la isla, dándose cuenta de que todavía hay situaciones más difíciles que las que están sufriendo ellos. Dos puntos de vista diferentes, como cuando discuten por si fue Brad Pitt el protagonista de Titanic o fue Leonardo Di Caprio.
La película retrata de forma íntima y personal la experiencia de muchas personas que vivieron la guerra desde lejos (como turistas, viajeros), y de pronto se encontraron sin casa, sin regreso, sin posibilidad de volver a su vida normal. Ese choque entre normalidad y desastre (la fragilidad de lo cotidiano) genera muchas preguntas universales sobre guerra, refugio y pertenencia. Vale sobre todo como retrato íntimo del impacto de la guerra en la vida cotidiana. Habla del miedo, la pérdida, el desarraigo y la fragilidad del “hogar” desde la mirada de quienes lo pierden casi sin advertirlo.
La película es sencilla pero no banal, y su fuerza reside en lo implícito; la palabra "guerra" prácticamente no se menciona durante su transcurso. La película disecciona los sentimientos y vivencias de una familia atrapada entre su pasado y un futuro incierto, con un guion bien desarrollado y actuaciones correctas. La dirección de Damian Kocur es sutil y efectiva, y la película utiliza la ambientación y la dirección de arte para resaltar el contraste entre el paraíso natural de Tenerife y la tragedia personal que vive la familia. La película también explora las relaciones entre los miembros de la familia y cómo se ven afectados por la situación.